jueves, 11 de agosto de 2011

Contacto Holandés

Esta es una de aquellas historias que son difíciles de creer, que gracias a su contenido nos es casi imposible pensar que puedan llegar a ser verdad, pero puedo asegurar que esta en particular es cierta y tuvo lugar hace algunos años, hoy todavía nos seguimos acordando de ella y nos sigue haciendo reír como el primer día que la escuchamos, que tampoco la creíamos real...

Solo para mantener la privacidad de los personajes que a continuación van a desarrollar el relato, se cambiarán sus nombres por otros de fantasía, pero sus nombres son lo de menos...

Hace 4 inviernos, Gonzalo me envió un chat genial, delicioso y ambicioso en su redacción;

-"Che pelotudo, venite para casa que te tenemos que contar algo con El Mati...".
-"Acaba de empezar Dragon Ball Z, ¿te jode si voy más tarde?".
-"No, tenés que venir ya!".
-"Dale, esperenme sentados...".

Llegué a la casa de Gonzalo, no había nadie, solo estaban él y Matías en el cuarto del primero (Gonzalo). Matías, Gonzalo y yo éramos bastante amigos, pero ellos dos eran como carrito y linyera, eran inseparables y siempre que algo surgía de la elucubración de sus perversas mentes, era una historia loca, desopilante...
Matías bajó a abrirme la puerta y mientras subíamos esos interminables 30 escalones cuya alzada era más grande que 7 mazos de cartas apilados (si, contando los ochos, los nueves y los comodines), me fue adelantando  qué era con lo que me iba a encontrar, pero con la brevedad que se caracteriza un relato de 30 escalones en la agitación de cualquier ser y ni hablar con el frenesí que llevaba su voz que anticipaba el delirio que tenían planeado...

-"Ahora Gonza te cuenta bien, pero no hay nadie en la casa y parece que vamos a pegar faso directo de Holanda..."

No habíamos terminado de subir aquellos 30 escalones, de hecho muchas veces antes de que empezara este tipo de aventuras no los terminábamos de subir jamás, que ya estábamos bajando nuevamente lo escalado, pero no me olvido más cómo me retumbaron las palabras del Mati en la cabeza "Vamos a Pegar faso, directo de Holanda" y mi emoción y  frenesí se acoplaron inmediatamente al de ellos. Llegamos al cuarto de Gonzalo y él estaba sentado en la computadora. Estaba totalmente compenetrado escribiendo, tanto que no me saludó, no se percató de que yo había llegado pero eso no importaba, yo ya estaba metido en la tramoya y saludarme amí era como abrir la heladera de tu casa, podés abrirla mil veces que siempre va a haber lo mismo adentro y corriendo no se va a ir.

La sombra de Gonzalo, totalmente marcada por el fulgor de su monitor a veces se corría para dejarnos ver que estaba chateando con alguien. En un momento pude ver que estaba conectado con alguna cámara Web y más tarde pude ver quién era. Era un pendejo de 12 años, aproximadamente, tenía anteojos y cara de boludo. Muy parecido a ESTE pibe.

-"Dale forro, dejá de hacerte el Mister Misterio y explicame qué pasa" - Exigí.

Tuve que insistir un par de veces para llamarle la atención y aún así solo conseguí un "Cómo andás?" poco sincero.

-"Dale, ¿Me querés explicar porqué carajo querías que viniese, cómo es eso que vamos a pegar faso DIRECTO de Holanda y quién es este pendejo con el que estás chateando, te lo querés levantar la puta madre?"-
-"Loco, ¡este no es un pendejo cualquiera"- me adoctrinó...
-"¿Y quién carajo es?".
-"Este es mi CONTACTO HOLANDÉS".

Cuando me dijo eso, casi toda la movida me cerraba, pero yo seguía un tanto desconcertado y no podía entender cómo un pendejo de 12 años con una plácida cara de boludo era la causa de todo el alboroto...

Gonzalo, saturado de mi impaciencia, me contó lo siguiente:

Gonza: -"Este es mi primo Santino, yo le digo Cabeza porque tiene un zapallo importante arriba del cuello... resulta que hace más de un mes, mi vieja me avisó que iba a venir a comer mi tía Aurelia, mi tío Carlos y el Cabeza..."
Yo: -"Si, me contaste de tu primo el Cabeza, ¿pero no es un pelotudo importante?".
Gonza: -"Si, pero dejame seguir contándote: resulta que vinieron a cenar hace varias semanas, fue una cena despedida, se iban a vivir a Amsterdam (calculen que queda en Holanda) y como verás, ya están instalados allá".
Mati: -"Y cuando vimos que el pendejo iba a andar dando vueltas en Holanda, se nos prendió la lamparita.."
Gonza: -"Claro, lo mandamos al Cabeza a comprarnos faso y mandarnoslo desde Holanda".

En ese momento quedé totalmente azorado con la inconsciencia y la perversión de sus mentes... mandaron a un pibe de 12 años menos vivo que un sacapuntas, a dar vueltas por un país totalmente extraño, con un idioma completamente distinto, en una ciudad desconocida a conseguir faso...y no un porrito para fumar, lo mandaron a comprar por lo menos medio Kilo...pero bueno, los pingos ya estaban en la cancha y de alguna manera (al no objetar nada) me transformé explícitamente en un cómplice.

Gonza: -"Parece que habló con un compañero de la escuela más grande que él que habla español y le tiró toda la data, estamos viendo cómo le enviamos 300 euros para que lo compre y pague un envío".
Yo: -"Mandémoslo en un sobre lleno de cartas Magic o Pokemon a su nombre, para no levantar la perdíz..."
Gonza:-"Genial, ahí me está pasando todos los datos de su casa, mañana lo enviamos".

Hasta acá la historia me pareció increíble, fue divertida y no logré pensar en que iba a ser realidad en ningún momento. Tres días más tarde me lo cruzé a Matías en el barrio, estaba en la fuente de la plaza tomando una cerveza. Me saludó a lo lejos, yo me acerqué a devolverle la gentileza...

Matías: -"Loco, ya le mandamos la guita al Cabeza y le explicamos lo que tiene que hacer".
Yo: -"¿Qué le dijeron?".
Matías: -"Que cuando compre el faso, tiene envolverlo en film o algo similar, llenar una caja de café y mandarlo a la dirección del vecino de Gonzalo, que se fue de vacaciones a Bariloche y le dejó la casa para que se la cuide. Lo va a hacer por una empresa privada y a partir de que lo manda tenemos que esperar más o menos una semana...y rezar aunque no creamos en nada..."

Todo comenzaba a nutrirse de realidad...yo no lograba entender cómo un pibe como el Cabeza se había prestado para semejante hazaña pero también pensé que si salía bien el día que volviese al país lo íbamos a recibir como un ídolo. Pero no pude dejar de imaginarmelo en toda la situación: viéndose con un tranza, evitándo que con su poca edad lo estafaran y perdiéramos 300 euros como unos campeones en boludez cuántica pero ya estaba hecho y teníamos que esperar. Muchos factores nos jugaban en contra, desde los más sencillos a los más ilegales;
Ninguna familia, de ningún lado del Atlántico se tenía que enterar, no lo tenía que agarrar la policía Holandesa, no nos tenía que agarrar la policía Argentina. El paquete tenía que llegar sin que nadie hiciera preguntas...todo corría a favor de la justicia divina. En esos días, me llegó un mensaje de texto de Gonzalo: "El paquete está viajando", decía.

Durante esa semana, no hablé ni me cruzé con Gonzalo ni con Matías...En la facultad no podía prestar atención, me bañaba y me imaginaba a un repartidor de Oca o alguna boludez así tocando el timbre de lo del vecino de Gonzalo con una gran sonrisa sin saber que la sonrisa real iba a estar en nuestras caras, momentos luego de abrir el paquete... Me desconcentré, no podía dejar de sentir culpa por cosas que no sabía si al primo de Gonzalo, el Cabeza, le habían pasado.

¿Y si fue y lo cagaron a tiros?. ¿Si entró en el lugar equivocado y lo violaron o lo vendieron a un país de Europa Occidental?. Miles de cosas se me cruzaron por la cabeza, todo por la predisposición de el Cabeza...
Mi insomnio esa semana fue inaguantable, el tiempo pasó lentamente pero un viernes, a las 7 de la tarde me sonó el celular y era un mensaje de texto, de hecho era EL mensaje de texto: "Llegó el paquete, apagá DragonBall y vení". 

No lo dudé, agarré un par de cosas y me fuí a lo de Gonzalo. Llegué, toqué timbre. Bajó Matías a abrirme y comenzamos a subir aquellos 30 escalones, uno más alto que el anterior y Matías con la voz agitada y eufórica pregonó: "El paquete está arriba boludo, está arriba". Me habían esperado para abrirlo. Terminamos los 30 escalones y fuimos a la habitación de Gonzalo, que seguía solo en su casa.

Entramos y estaba Gonzalo arrodillado como un monje al lado de una caja del tamaño en donde podría venir un equipo de música, con los ojos llenos de agua, pero no de esos que anuncian llanto, sino emoción. Trincheta en mano, apuñaló la caja y cortó el empaque...el tajo del costado tiñó  la alfombra del cuarto de café. Era increíble. El pibe había puesto por lo menos 7 kilos de café envueltos en una bolsa plástica que había sido abierta por el puñal de Gonzalo. Todo el cuarto apestó a café varias semanas. Gracias a Dios (Bueno, en realidad gracias al Cabeza) que era café. 

Comenzamos nuestra excavación en el café y vislumbramos lo que era una arística de un ladrillo envuelto de plástico tipo nylon. Sacamos el tesoro embadurnado de café. Lo pudimos sobre una mesa.

Una vez limpio, pudimos ver con más claridad: al ladrillo le faltaba un pedazo, y dentro del nylon una nota a mano con una letra torpe nos decía:

-"Me dijo mi compañero de colegio, que esto se fuma así que agarré un pedazo".- La firmaba el Cabeza.

No lo podíamos creer, el pendejo se cobró la comisión. Estábamos orgullosos de él. Aclarar que ese contenido fue glorioso es al pedo porque lo fue. 

Hoy, cuatro años después de eso puedo escribir esta historia. Miro a la derecha y ahí armado veo el porrito que guardamos de ese paquete, para mecharlo cuando volviese el Cabeza al país. Que según su mensaje de texto, es hoy a las 12 de la noche y nos dijo que vayamos poniendo el agua porque se trajo de su Amsterdam, algunas bolsas de café.